miércoles, 26 de septiembre de 2007
Chichén Itzá, una maravilla del mundo
El sábado llenamos una camioneta de ocho plazas con diez personas, y partimos hacia Chichén Itzá, un asentamiento maya que ha sido recientemente nombrado como una de las nuevas Siete Maravillas del mundo.
Era el día del equinoccio de otoño, y como cada seis meses, se concentró allí una enorme multitud de personas para contemplar un fenómeno espectacular que se viene repitiendo desde que los mayas levantaron el complejo, en la época prehispánica: la pirámide principal está orientada de tal forma que en cada equinoccio, la posición del sol hace que se forme un juego de luces y sombras sobre la construcción, de modo que en uno de los lados se ve el dibujo de una enorme serpiente que se desliza hacia el suelo. El reptil era un dios, y era conocido como Kukulcán (serpiente emplumada). Las leyendas locales cuentan que si alguien le ve las alas, es una señal que augura su muerte; y que sólo las personas mudas pueden verle garras. Nosotros, como todas las personas allí concentradas, tuvimos mala suerte: el día estaba nublado y no pudimos ver ese espectáculo, planeado por los mayas a partir de la observación del cielo, cientos de años antes.
De lo que sí disfrutamos fue del baño en un cenote subterráneo cercano, de más de 50 metros de profundidad, y en el que podíamos tirarnos (aventarnos) desde más de diez metros de altura. El lugar era precioso, pues la luz del sol apenas entraba por un pequeño agujero del techo, y el agua tomaba una tonalidad muy peculiar.
En el camino de vuelta hicimos una parada en Izamal, un pequeño pueblo colonial que recuerda mucho a los pueblos del interior de España: la plaza central, la iglesia y el ayuntamiento, en el centro; y las casitas, todas juntas, alrededor. Era un bonito lugar para dar por terminado un día de continuos regalos para la vista.
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lunes, 17 de septiembre de 2007
Imágenes bajo el mar
Como lo prometí, adjunto hoy un par de fotos del tiburón-ballena, y de una manta-raya. Para más información, podéis volver la entrada de la excursión a Holbox. Las fotos han sido cedidas por la familia que nos organizó la aventura. Espero que os gusten.
Saludos.
martes, 11 de septiembre de 2007
Un día en Isla Mujeres
El sábado, los mismos que la semana anterior visitamos Holbox (Gema, Manolo, Áurea y yo), madrugamos para tomar el ferry que nos llevaría hasta Isla Mujeres.
Hace un año, para la asignatura de Comunicación Especializada de Periodismo, redacté un reportaje sobre esta isla [Mari Mijas, gracias por las fotos del año pasado], por lo que cuando llegamos ya sabíamos más o menos qué podíamos ver allí.
La isla, muy estrecha pero larga (500 metros de ancho frente a 7,5 Km de largo), se encuentra ubicada paralelamente frente a la costa de Cancún, a unos 20 Km. Antes de su descubrimiento por parte de los españoles en 1516, no era un asentamiento humano, sino un santuario dedicado a la diosa Ixchel, deidad del tejido, la felicidad, la Luna, la abundancia y la medicina, entre otras virtudes. De la divinidad y su séquito de mujeres viene el nombre de la ínsula.
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Artesana isleña
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Por la mañana, tomamos un baño en las limpias aguas de la zona Norte. Al principio estábamos solos; al rato llegó más gente. La temperatura del agua era muy agradable, como siempre. También dimos un paseo por pueblo, que con sus más de 15.000 habitantes, no deja de ser un lugar muy tranquilo y apacible donde descansar.
En la tarde nos desplazamos en taxi hasta Punta Sur, la zona más alta de la isla, con apenas 20 metros. Sobre los acantilados se posaban las iguanas, y la vista era espectacular. Además, la hermosura del paisaje natural se completaba con figuras escultóricas diseñadas por artistas de todo el mundo. Allí de pie, parado, mirando hacia el sur, se puede contemplar como en los arrecifes de coral y las aguas transparentes, nadan peces enormes de todos los colores, y hasta tiburones. Se respira paz, y dan ganas de quedarse para siempre. Pero nosotros no pudimos; teníamos que volver a Cancún, y empezaba a llover.
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Esculturas en el acantilado de Punta Sur
Las iguanas descansan tranquilamente en la parte alta del acantilado
Niños que se bañan en las playas de la zona Norte
Aguas turquesas frente a la costa de Cancún
La prensa isleña cuenta con un transporte rudimentario
El embarcadero de la isla al atardecer es un lugar tranquilo y muy agradable
sábado, 8 de septiembre de 2007
Rocío de Álora
Ya te tocaba, Rocío. Debí dedicarte la entrada en el blog hace mucho tiempo. Si no lo he hecho antes, es porque no tengo ninguna foto en la que los dos salgamos bien. Así que ya he decidido que ya es hora, y te he robado una imagen del Fotolog.
Si bien hemos compartido cuatro años de carrera, a ti te conocí el verano antes de ingresar en Periodismo, en tierras inglesas, casualmente. Y desde luego, has sido para mi una de las mejores amigas que me llevo de la Universidad. El primer día de clase, allá por 2003, almorzamos pollo al chilindrón en tu piso de Málaga; años después se repetiría la historia, esta vez en Álora. Han sido dos momentos que nos han marcado, pero sin duda el mejor fue la moraga en la playa cuando acabamos Tercero, en el verano de 2006.
Te recuerdo que Álora y Alhaurín el Grande son ambos pueblos del Valle del Guadalhorce. No permitamos que se pierda el contacto entre nosotros, que la distancia no es nada.
Un beso para ti, y otro para tu madre.
Si bien hemos compartido cuatro años de carrera, a ti te conocí el verano antes de ingresar en Periodismo, en tierras inglesas, casualmente. Y desde luego, has sido para mi una de las mejores amigas que me llevo de la Universidad. El primer día de clase, allá por 2003, almorzamos pollo al chilindrón en tu piso de Málaga; años después se repetiría la historia, esta vez en Álora. Han sido dos momentos que nos han marcado, pero sin duda el mejor fue la moraga en la playa cuando acabamos Tercero, en el verano de 2006.
Te recuerdo que Álora y Alhaurín el Grande son ambos pueblos del Valle del Guadalhorce. No permitamos que se pierda el contacto entre nosotros, que la distancia no es nada.
Un beso para ti, y otro para tu madre.
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viernes, 7 de septiembre de 2007
Nadar junto a un tiburón-ballena
En mi última entrada comenté que en la isla de Holbox había tenido la oportunidad de hacer algo diferente. Me refería a nadar con dos ejemplares preciosos de tiburón-ballena, la especie de pez más grande del mundo.
Los cuatro viajeros nos levantamos temprano y caminamos al muelle, donde nos esperaba la embarcación. Junto a dos alemanes y un estadounidense que venían juntos, más el capitán de la lancha y el biólogo especialista, nos dirigimos a alta mar a buscar a los tiburones. Una especie de dispositivo GPS era el que nos indicaba dónde encontrarlos. Había otras lanchas llenas de tripulantes que iban a realizar la misma actividad, y todas estaban comunicadas por radio: la primera que encontrara a los ejemplares, llamaba al resto. Por el camino vimos bancos de peces, de manta-rayas, delfines y pelícanos que pescaban, entre otros animales.
Una vez localizado el primer tiburón-ballena, empezamos a sumergirnos por parejas, junto con el especialista, para nadar al lado del animal. Con los trajes de neopreno, y el equipo de esnórquel, tuvimos la oportunidad de disfrutar la experiencia en cuatro ocasiones cada uno. Las dos primeras me costó seguir a la enorme criatura; las dos últimas, en cambio, conseguí nadar bien a su lado, y disfrutar de la inolvidable experiencia de encontrarse apenas a dos metros de un animal protegido de semejante tamaño.
A la vuelta a la isla, el capitán del barco nos permitió bañarnos en alta mar, y tirarnos al mar desde la parte alta de la lancha. También nadamos con los equipos de esnórquel en las aguas turquesas del Caribe, y disfrutamos de la maravillosa vista del paisaje de las playas vírgenes del lugar.
Prometo fotos del animal.
Prometo fotos del animal.
domingo, 2 de septiembre de 2007
Holbox, una isla con encanto
En el norte de la península de Yucatán, se localiza Holbox, una pequeña isla donde la única zona urbanizada apenas acoge a las cinco o seis familias de un pueblo de pescadores. No hay ni una sola calle de la isla que esté asfaltada, y la gente vive allí muy tranquila, durmiendo incluso con las puertas de la calle abiertas. Se conocen todos, y viven de manera solidaria todos sus habitantes. Por ejemplo, si alguien del pueblo enferma, entre todos pagan los gastos sanitarios que esa persona necesite.
La playa es preciosa. También el agua es turquesa, y la arena blanca, pese a que el huracán Dean enturbiase algunas zonas. Casi todo el litoral es virgen y se encuentra en estado salvaje. Se respira paz en esas zonas, y el paisaje es una maravilla para la vista. En algunas partes hay lugares donde se posan todo tipo de aves, desde flamingos (flamencos) hasta pelícanos, y se cuentan por miles. Verlos de pie en la costa desde una lancha es una experiencia maravillosa. Llegamos también a Isla Pájaros: su propio nombre indica lo que abunda en esa isla de superficie menor a la de un campo de fútbol.
Ahí he pasado el fin de semana junto a Aurea, Gema y Manolo, alojado en una posada justo al lado de la placita del pueblo. Pero lo mejor de esta escapada, os lo contaré pronto.
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